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Paciente de 52 años con antecedentes personales de insuficiencia renal terminal de etiología no filiada que recibió un trasplante heterotópico en FID procedente de donante cadáver en Enero de 1999<SPLIT>.
Previamente había precisado hemodiálisis desde 1980 a 1983<SPLIT>, y diálisis peritoneal desde entonces hasta el momento del trasplante renal<SPLIT>.
No existieron complicaciones postrasplante<SPLIT>.
Al paciente se le administró triple terapia inmunosupresora con Ciclosporina<SPLIT>, Prednisona y Micofenolato<SPLIT>, presentando diuresis inmediata con mejoría progresiva de la función renal<SPLIT>, siendo la creatininemia al alta de 1,8 mg<SPLIT>/<SPLIT>dl<SPLIT>.
Después de un periodo postrasplante no complicado y asintomático de 51 meses en el que mantuvo una función renal estable (<SPLIT>creatininemia<SPLIT>: 1,2-1,4 mg<SPLIT>/<SPLIT>dl<SPLIT>) en una ecografía de control se objetivó un nódulo sólido de 1,5 cm vascularizado en el polo inferior del injerto renal<SPLIT>.
La posterior PAAF ecodirigida reveló que se trataba de un CCR<SPLIT>.
En Junio de 2003 mediante reapertura de la incisión de Gibson previa en FID<SPLIT>, y tras la liberación del injerto renal de las adherencias circundantes<SPLIT>, se identificó una tumoración exofítica bien circunscrita de 1.5 cm en su polo inferior-cara anterior<SPLIT>.
Se practicó tumorectomía con margen de más de 0,5 cm de parénquima macroscópicamente sano<SPLIT>, enviándose intraoperatoriamente muestras de la base que fueron informadas como libres de afectación tumoral<SPLIT>.
Con fines hemostáticos se realizaron puntos intraparenquimatosos de los vasos sangrantes<SPLIT>, y puntos de aproximación de '<SPLIT>colchonero<SPLIT>' apoyados en Goretex y Surgicel<SPLIT>.
El diagnóstico histopatológico definitivo fue un carcinoma papilar renal tipo I<SPLIT>, grado 2 de Fuhrman<SPLIT>, estadio I de la UICC (<SPLIT>pT1a<SPLIT>, Nx<SPLIT>, Mx<SPLIT>) con márgenes de resección y grasa peritumoral sin afectación tumoral<SPLIT>.
No existieron complicaciones en el curso postoperatorio de la tumorectomía<SPLIT>, y no se modificó la terapia inmunosupresora<SPLIT>.
En el seguimiento a casi tres años<SPLIT>, realizado con periodicidad inicialmente trimestral y posteriormente semestral<SPLIT>, mediante estudio de la función renal y ecografía o RM no hay evidencia de recidiva tumoral a día de hoy<SPLIT>, manteniéndose una adecuada función renal con creatininemia de 1,18 mg<SPLIT>/<SPLIT>dl<SPLIT>, y aclaramiento de creatinina de 115,5 ml<SPLIT>/<SPLIT>min sin proteinuria<SPLIT>.
Mujer de 24 años con antecedentes de endotropía congénita y cirugía de rectos medios a los 3 años de edad<SPLIT>.
En la exploración presentaba una endotropía residual y DVD<SPLIT>.
Se realizó cirugía según técnica de resección de rectos laterales y retoinserción en asa de ambos rectos superiores<SPLIT>.
A los 4 meses de la intervención presentó una lesión conjuntival de aspecto quístico y con signos de inflamación<SPLIT>, en el sector nasal superior de su ojo izquierdo<SPLIT>.
Se drenó obteniendo un líquido de aspecto mucopurulento por lo que se diagnosticó de absceso subconjuntival<SPLIT>.
Se instaura tratamiento con ciprofloxacino y dexametasona tópicos y ciprofloxacino sistémico<SPLIT>.
Al mes la lesión recidiva sin signos inflamatorios y se observa crecimiento progresivo<SPLIT>.
Se realizó exéresis quirúrgica completa de la lesión<SPLIT>, la cual se encuentra adyacente a la inserción primitiva del recto superior<SPLIT>.
El diagnóstico histopatológico es de lesión quística benigna<SPLIT>.
El estudio reveló la existencia de una formación quística de pared fibrosa que incluye vasos y algún agregado linfoide<SPLIT>, parcialmente tapizada en su superficie interna por un epitelio plano estratificado<SPLIT>, no apreciándose atipias ni mitosis significativas<SPLIT>.
Tras la cirugía la lesión no recidivó<SPLIT>.
Mujer de 62 años con antecedentes de hipertensión arterial<SPLIT>, hipercolesterolemia e hipertrigliceridemia<SPLIT>.
Antecedente urológico de tumor vesical infiltrante de alto grado (<SPLIT>Carcinoma de células transicionales G3T2 p53+ y Carcinoma in situ en muestra 1 de la biopsia múltiple normatizada<SPLIT>)<SPLIT>.
Tras cistectomía radical con reconstrucción vesical tipo Studer (<SPLIT>Carcinoma urotelial G3 de patrón sólido<SPLIT>, pt3b<SPLIT>, ganglios negativos<SPLIT>) presenta sepsis de origen urinario ingresando en unidad de semicríticos con tratamiento antibiótico y diurético intensivos<SPLIT>.
A los tres días del ingreso la paciente refiere acúfenos de instauración súbita acompañados de hipoacusia bilateral de grado importante<SPLIT>.
La paciente no presentaba clínica vertiginosa ni de inestabilidad<SPLIT>.
No había otalgia ni otodinia ni sensación de plenitud ótica<SPLIT>.
La movilidad facial estaba conservada<SPLIT>.
La exploración física es estrictamente normal revelando la audiometría hipoacusia profunda del oído derecho y cofosis de oído izquierdo<SPLIT>, con impedanciometría normal<SPLIT>.
Una vez confirmado el carácter neurosensorial de la hipoacusia se realizó una revisión de la historia clínica de la paciente y una nueva anamnesis para realizar el estudio etiológico<SPLIT>.
Descartada la relación con enfermedades sistémicas<SPLIT>, infecciones intracraneales y traumatismos<SPLIT>, se atribuyó la hipoacusia a la administración de furosemida intravenosa en el manejo inicial del shock séptico<SPLIT>.
Se suspendió la administración de furosemida<SPLIT>, y se proscribió la asociación de otros fármacos ototóxicos<SPLIT>.
Se procedió según el protocolo de hipoacúsia súbita a tratamiento con corticoides parenterales a altas dosis (<SPLIT>Metilprednisolona 120 mg<SPLIT>/<SPLIT>24<SPLIT>) y pentoxifilina por vía oral<SPLIT>.
(<SPLIT>400 mg<SPLIT>/ 8 h<SPLIT>)<SPLIT>.
Tras 7 días de tratamiento parenteral se continuó el tratamiento corticoideo por vía oral en pauta descendente durante 14 días más (<SPLIT>Prednisona 60 mg<SPLIT>/<SPLIT>día 7 días y 30 mg<SPLIT>/<SPLIT>día 7 días<SPLIT>)<SPLIT>, manteniendo la pentoxifilina a la misma dosis durante varios meses<SPLIT>.
La audiometría a las dos semanas del tratamiento evidenciaba mejoría de la audición tonal con aparición de restos auditivos en graves en el oído izquierdo y el ascenso de los umbrales en oído derecho<SPLIT>.
A los 6 meses del tratamiento la paciente ha recuperado la audición del oído derecho hasta un 58%<SPLIT>.
El oído izquierdo tiene restos auditivos en frecuencias graves<SPLIT>, pero no se ha observado una recuperación manifiesta<SPLIT>.
La paciente sigue controles en nuestro centro<SPLIT>, y se le ha recomendado la adaptación de una prótesis acústica en oído derecho<SPLIT>.
Oncológicamente ha iniciado tratamiento complementario con quimioterapia<SPLIT>, sin afectación de sus niveles auditivos<SPLIT>.
Mujer de 40 años que acude a la consulta de Atención Primaria por dolor en ambas muñecas<SPLIT>, pérdida de fuerza en las manos y parestesias en todos los dedos<SPLIT>, de mayor frecuencia e intensidad en la mano derecha<SPLIT>.
La paciente presentaba un dolor crónico de cinco meses de evolución de características mecánicas y empeoramiento progresivo<SPLIT>, asociando una deformidad de las muñecas<SPLIT>.
No ha existido ningún traumatismo previo que justifique la presencia de la clínica referida<SPLIT>.
No presenta antecedentes patológicos de interés<SPLIT>.
Es diestra y trabaja cuidando ancianos<SPLIT>.
A la exploración física de ambas muñecas destaca la presencia de una deformidad en la cara dorsal a nivel del estiloides cubital<SPLIT>, asociada a una desviación cubital<SPLIT>.
Además<SPLIT>, se objetiva un aumento de la sudoración y enrojecimiento de las manos<SPLIT>.
El balance articular (<SPLIT>BA<SPLIT>) de las muñecas era simétrico<SPLIT>: Flexión dorsal<SPLIT>: 40<SPLIT>o<SPLIT>.
Flexión palmar<SPLIT>: 55<SPLIT>o<SPLIT>.
Desviación radial<SPLIT>: 20<SPLIT>o<SPLIT>.
Desviación cubital<SPLIT>: 30<SPLIT>o<SPLIT>.
Supinación<SPLIT>: faltan los últimos grados<SPLIT>.
Pronación<SPLIT>: completa<SPLIT>.
Presenta dolor a la palpación a nivel de la articulación radio-carpiana distal y molestias a la palpación de la cabeza del radio<SPLIT>.
Muestra un BA de codo completo<SPLIT>.
El balance muscular (<SPLIT>BM<SPLIT>) flexo-extensión de las muñecas es 4/5<SPLIT>.
Por otra parte<SPLIT>, la presa-puño-pinza es completa<SPLIT>.
La oposición del pulgar está conservada<SPLIT>.
Las articulaciones metacarpo-falángicas<SPLIT>, interfalángicas proximales e interfalángicas distales están libres<SPLIT>.
Presenta un signo de Tinnel mediano negativo y un signo de Phalen mediano dudoso<SPLIT>.
Ante los hallazgos clínicos descritos<SPLIT>, se solicita una radiografía anteroposterior y lateral de ambas muñecas<SPLIT>.
Tras objetivar la presencia de deformidad en la radiografía se deriva a consultas externas de Traumatología para valoración<SPLIT>, donde se realiza el diagnóstico de deformidad de Madelung y luxación cubital distal bilateral<SPLIT>.
Se propone tratamiento quirúrgico de reconstrucción del carpo<SPLIT>, pero la paciente lo rechaza<SPLIT>, por lo que se realiza interconsulta a Rehabilitación<SPLIT>.
Pautan férula posicional bilateral nocturna más tratamiento de fisioterapia (<SPLIT>tonificación musculatura intrínseca de mano y electroterapia analgésica<SPLIT>)<SPLIT>.
Mujer de 26 años diagnosticada a los 18 años de colitis ulcerosa sin precisar tratamiento<SPLIT>.
En octubre de 2002 presenta nuevos episodios de diarreas de 3-4 deposiciones<SPLIT>/<SPLIT>día con sangre roja<SPLIT>.
Anamnesis por aparatos sin alteraciones destacables<SPLIT>.
Al tacto rectal se aprecia lesión excrecente a unos 3-5 cm de margen anal<SPLIT>.
Serología VIH<SPLIT>, lues<SPLIT>, virus de Epstein-Barr y citomegalovirus negativas<SPLIT>.
Se practican varias colonoscopias que informan de formación rectal a 2-3 cm de ano ulcerada en su superficie (<SPLIT>informe anatomopatológico de lesión ulcerada con signos de displasia en el epitelio recubierta de material fibrino-leucocitario<SPLIT>, no concluyentes<SPLIT>) por lo que se instaura tratamiento con medidas higiénico dietéticas<SPLIT>, enemas de corticoides e incluso con supositorios de 5-<SPLIT>ASA<SPLIT>.
Una nueva colonoscopia informa de pólipo mixto hiperplásico-adenoma tubular de recto por lo que se remite para intervención quirúrgica que es llevada a cabo en enero 2004 practicando resección transanal de la lesión siendo el informe anatomopatológico de inflamación crónica inespecífica<SPLIT>.
Tras volver a analizar la historia de la paciente dada la discordancia entre la clínica<SPLIT>, la histología de la lesión así como su evolución en el tiempo<SPLIT>, se deciden revisar todas las piezas de biopsia<SPLIT>, por el mismo anatomopatólogo<SPLIT>, no encontrando evidencia de adenoma velloso ni de enfermedad inflamatoria intestinal en ninguna de las muestras y conjuntamente con él<SPLIT>, se llega al diagnóstico de "<SPLIT>cap poliposis<SPLIT>"<SPLIT>.
Una paciente de 25 años acude a la Consulta de Nutrición para monitorización de su estado nutricional<SPLIT>; siete meses antes había sido diagnosticada de Colitis Ulcerosa (<SPLIT>CU<SPLIT>)<SPLIT>, y durante ese periodo había recibido tratamiento con corticoides<SPLIT>: metilprednisolona 1,5 mg<SPLIT>/<SPLIT>kg<SPLIT>/<SPLIT>24 h IV durante dos meses de ingreso y 30 mg<SPLIT>/<SPLIT>24 h de prednisona por vía oral en pauta descendente durante los restantes cinco meses<SPLIT>.
Refería artralgias en ambas rodillas<SPLIT>, y en la exploración mostraba dolor a la rotación posterior en las dos cabezas femorales<SPLIT>, más evidente en la derecha<SPLIT>, cadera que además presentaba una rotación interna limitada<SPLIT>; la rodilla izquierda tenía el movimiento de flexión reducido<SPLIT>, y al explorar la marcha se observaba claudicación hacia el lado derecho<SPLIT>.
En los análisis realizados no se detectaron marcadores de autoinmunidad<SPLIT>, y las concentraciones plasmáticas de calcio<SPLIT>, fósforo y vitamina D estaban dentro del rango de nornialidad<SPLIT>.
La densitometría ósea (<SPLIT>DMO<SPLIT>) mostró osteoporosis en la columna lumbar (<SPLIT>T score - 3<SPLIT>, 1<SPLIT>) y osteopenia en el cuello femoral (<SPLIT>T score - 1,5<SPLIT>)<SPLIT>.
Las radiografias simples mostraron datos sugestivos de NA de grado II en ambas cabezas femorales<SPLIT>, más evidentes en el lado derecho<SPLIT>; en las rodillas se observaba una lesión osteocondral en el cóndilo femoral interno de la rodilla izquierda con irregularidades en su superficie articular<SPLIT>.
La resonancia nuclear magnética confirmó las lesiones de necrosis en ambas cabezas femorales y en ambas rodillas<SPLIT>, tanto en su cara tibial como en la femoral<SPLIT>.
En la siguiente RNM<SPLIT>, realizada tan sólo 3 meses más tarde<SPLIT>, ya se evidenciaban datos de hundimiento en la cadera derecha<SPLIT>.
La paciente fue tratada con alendronato y suplementos de calcio y vitamina D por su osteoporosis<SPLIT>, se suspendieron los corticoides y se aconsejó la descarga de peso de las articulaciones afectadas<SPLIT>.
Se trata de un paciente de 28 años de edad<SPLIT>, sin antecedentes de interés<SPLIT>, que acude a consulta de urología por nódulo testicular que ha detectado hace tres meses y que según cuenta no ha aumentado de tamaño<SPLIT>.
A la exploración se observa un nódulo duro<SPLIT>, móvil y doloroso a la palpación a nivel de cordón espermático derecho<SPLIT>.
La determinación de marcadores tumorales y hormonas se encuentran dentro de la normalidad<SPLIT>.
En el estudio de imagen<SPLIT>, ecografía<SPLIT>, se observa una imagen ovalada<SPLIT>, hipoecoica<SPLIT>, de ecogenicidad mixta<SPLIT>, que tiene un eje longitudinal máximo de 2,8 cm y que impresiona estar en relación con el cordón espermático<SPLIT>.
En el estudio de RNM se describe a nivel de cordón espermático derecho una imagen de señal baja en T2<SPLIT>, lo cual indica que se trata de un tejido con bajo contenido en agua<SPLIT>, posiblemente fibroso o cicatricial<SPLIT>, con 43 mm de diámetro máximo<SPLIT>.
Con el diagnóstico de tumoración paratesticular derecha se procede a su exéresis quirúrgica<SPLIT>, separándose la tumoración del conducto deferente sin dificultad<SPLIT>.
El paciente cursa sin incidentes y se encuentra asintomático en la actualidad<SPLIT>.
En el estudio macroscópico de la pieza se describe una formación redondeada de coloración pardusca y consistencia elástica<SPLIT>, bien delimitada<SPLIT>, de 5 cm de diámetro máximo<SPLIT>, y al corte presenta una superficie blanquecina y homogénea de aspecto fibroso<SPLIT>.
En el estudio microscópico<SPLIT>, se trata de una lesión bien circunscrita constituida por células con amplio citoplasma eosinófilo con presencia de estriaciones transversales en algunas de ellas<SPLIT>, inmersas en un estroma fibroblástico<SPLIT>, con ocasionales células de aspecto vacuolado y células multinucleadas<SPLIT>, no observándose actividad mitótica<SPLIT>.
En el estudio inmunohistoquímico se observa en las células neoplásicas intensa y generalizada expresión para desmina y vimentina<SPLIT>, y focal para actina de músculo liso específica (<SPLIT>Master Diagnostic<SPLIT>.
Granada<SPLIT>.
España<SPLIT>)<SPLIT>.
Mujer de 31 años<SPLIT>, con antecedentes de esclerosis múltiple en tratamiento con interferón y bulimia nerviosa<SPLIT>, diagnosticada hace dos años<SPLIT>, acude al servicio de urgencias por dolor abdominal agudo tras un atracón<SPLIT>.
Estaba en tratamiento psicoterapéutico individual y grupal<SPLIT>.
Niega intentos autolíticos o ingresos psiquiátricos previos<SPLIT>.
Comenzó a darse atracones de comida con 15 años en relación con el estrés que le provocaban los exámenes y desde entonces<SPLIT>, su vida gira entorno a ellos y a las conductas purgativas<SPLIT>.
Refiere que los atracones interfieren con el desarrollo de una vida laboral y social normal<SPLIT>.
Desde que comenzó con el trastorno alimentario<SPLIT>, el número de atracones supera la periodicidad mensual<SPLIT>.