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Ante este diagnóstico<SPLIT>, el Servicio de Cirugía Pediátrica indica resección marginal de la tumoración maxilar mediante abordaje sublabial y el informó histopatológico de la pieza de resección informa de condrosarcoma maxilar de 3 cm con diferenciación grado II<SPLIT>.
La paciente fue enviada posteriormente a tratamiento complementario con radioterapia adyuvante<SPLIT>, a la cual no acudió<SPLIT>.
Un año después reingresa en el hospital presentando recurrencia del tumor de 2 meses de evolución<SPLIT>.
El tumor muestra en este momento un crecimiento acelerado llegando a medir 9 x 6 cm de diámetro en la TAC y ocupa toda la maxila derecha y parcialmente la maxila izquierda<SPLIT>.
Se indicó en ese momento tratamiento quimioterápico para citorreducción tumoral y la paciente recibió 9 ciclos con Doxurrubicina 30 mg por m2 de superficie corporal<SPLIT>; Vincristina 1,5 mg por m2<SPLIT>; Mesna 300 mg por m2 y Ciclofosfamida 300 mg por m2<SPLIT>, durante 5 meses<SPLIT>, sin lograr el efecto deseado<SPLIT>.
Ante esto<SPLIT>, fue solicitada valoración por los Servicios de Cirugía Plástica<SPLIT>, Cirugía Oncológica y Cirugía de Cabeza y Cuello<SPLIT>, que deciden someter a la paciente a una nueva intervención quirúrgica en la que previa traqueostomía<SPLIT>, efectuamos maxilectomía bilateral subtotal con palatectomía<SPLIT>, incluyendo el tumor en su totalidad y preservando el paladar blando<SPLIT>.
La pieza de resección fue de 10 x 8 cm<SPLIT>, grisácea<SPLIT>, firme<SPLIT>, con mucosa rojiza<SPLIT>, hemorrágica y con zonas de necrosis del 30%<SPLIT>.
El estudio histopatológico realizado con microfotografía de luz y con tinción de hematoxilina<SPLIT>/<SPLIT>eosina<SPLIT>, confirmó el diagnóstico de condrosarcoma de II grado<SPLIT>, pleomorfismo celular con 2 figuras mitóticas por campo y con bordes quirúrgicos libres de tumor y sin permeación vascular<SPLIT>.
En el mismo procedimiento quirúrgico llevamos a cabo reconstrucción maxilar parcial y de forma temporal con miniplacas de titanio y prótesis aloplástica<SPLIT>.
Tras 8 meses de seguimiento después de la cirugía radical<SPLIT>, la paciente presenta buen estado general<SPLIT>, con un proceso cicatricial adecuado<SPLIT>, sin evidencia de actividad tumoral local o a distancia evidenciada tanto por la clínica como por TAC<SPLIT>.
Se trata de una mujer de 29 años sometida a un estudio ecográfico pélvico de control tras una ligadura de trompas por vía laparoscópica<SPLIT>.
Durante el mismo se detectó una tumoración de 20 mm en la cara lateral derecha de la vejiga<SPLIT>, bien delimitada e hipoecoica<SPLIT>.
La paciente no presentaba sintomatología miccional<SPLIT>, como refirió en el interrogatorio posterior<SPLIT>.
Se le realizó una urografía intravenosa<SPLIT>, en la cual no se detectó ninguna alteración del aparato urinario superior<SPLIT>.
En el cistograma de la misma se puso de manifiesto un defecto de repleción redondeado y de superficie lisa<SPLIT>, localizado en la pared vesical derecha<SPLIT>.
Las analíticas de sangre y orina estaban dentro de los límites normales<SPLIT>.
Se le realizó una cistoscopia a la paciente<SPLIT>, donde se objetivó la presencia de una tumoración a modo de "<SPLIT>joroba<SPLIT>"<SPLIT>, de superficie lisa y mucosa conservada<SPLIT>, en cara lateral derecha de vejiga<SPLIT>, inmediatamente por encima y delante del meato ureteral ipsilateral<SPLIT>.
Con el diagnóstico de presunción de leiomioma vesical se practicó resección transuretral de la tumoración<SPLIT>.
Los fragmentos resecados tenían un aspecto blanquecino<SPLIT>, sólido y compacto<SPLIT>, parecidos a los de un adenoma prostático<SPLIT>, con escaso sangrado<SPLIT>.
El material obtenido de la resección transuretral estaba formado por una proliferación de células fusiformes de citoplasma alargado<SPLIT>, al igual que el núcleo<SPLIT>, y ligeramente eosinófilo<SPLIT>.
No se apreciaron mitosis ni atipias<SPLIT>.
El estudio inmunohistoquímico demostró la positividad para actina músculo específica (<SPLIT>DAKO<SPLIT>, clon HHF35 ) en las células proliferantes<SPLIT>.
A los tres meses de la resección transuretral se realizó cistoscopia de control<SPLIT>, observando una placa calcárea sobreelevada sobre el área de resección previa<SPLIT>, compatible con cistopatía incrustante que se trató mediante resección transuretral de ésta y de restos leiomiomatosos y acidificación urinaria posterior<SPLIT>.
Joven de 13 años que acude al centro de salud acompañada de su madre<SPLIT>, quien solicita que se le aplique la vacuna antituberculosa<SPLIT>.
Proyecta un viaje de estudios a Estados Unidos y refieren que es uno de los requisitos para poder acceder a la educación en ciertos centros de ese país<SPLIT>.
Se le informa de la no disponibilidad de la vacuna en el centro de salud<SPLIT>, ya que no es una vacunación presente en el calendario vigente de inmunizaciones de la Comunidad de Madrid<SPLIT>, así como de la posibilidad de asistir al Centro de Vacunación Internacional<SPLIT>.
No obstante<SPLIT>, la madre refiere que<SPLIT>, por su profesión<SPLIT>, tiene acceso a dicha vacuna y solicita tan solo que le sea aplicada en el centro<SPLIT>, aportando dicha vacuna la propia familia<SPLIT>.
Tras la administración de la vacuna y al quejarse la niña de dolor en el lugar de la inyección<SPLIT>, acompañado de sensación de mareo<SPLIT>, se procede a atenderla según el protocolo de actuación<SPLIT>.
Revisando el cartonaje del envase de la vacuna se constata que el vial de 2 ml que se ha inoculado no es monodosis<SPLIT>, forma de presentación habitual de las vacunas<SPLIT>, sino que contenía 20 dosis<SPLIT>, que se inocularon vía intramuscular<SPLIT>, dado el volumen de la presentación (<SPLIT>la dosis habitual para adulto es de 0,1 ml<SPLIT>, inyectados por vía subcutánea<SPLIT>)<SPLIT>.
Tras comprobar que el estado de la niña es bueno y que presenta constantes vitales normales<SPLIT>, se informa a la familia del error cometido y se procede a informar a las autoridades sanitarias pertinentes<SPLIT>.
Para recabar la mayor información posible sobre la vacuna<SPLIT>, nos ponemos en contacto con el Instituto de Toxicología y el Servicio de Medicina Preventiva del Hospital Universitario 12 Octubre<SPLIT>, Dirección Gerencia del Área de Referencia<SPLIT>, así como con el Servicio de Infecciosas del mismo hospital y con el laboratorio fabricante (<SPLIT>Pharmacia Spain<SPLIT>) y el Centro de Vacunación Internacional<SPLIT>.
Se hizo seguimiento clínico a la niña en el Servicio de Enfermedades Infecciosas del Hospital Universitario 12 de Octubre durante seis meses<SPLIT>, realizándose estudios analíticos con pruebas de inmunidad<SPLIT>, siendo todas las pruebas normales tanto al inicio del evento como en su evolución<SPLIT>.
No desarrolló ni en el periodo inmediato ni durante el tiempo de seguimiento ningún tipo de reacción en el lugar de la inyección<SPLIT>, por lo que fue dada de alta sin haber presentado incidencia alguna<SPLIT>.
No recibió ningún tratamiento antituberculoso durante su seguimiento<SPLIT>.
Niño de ocho años con molestias abdominales intermitentes difusas en los últimos años<SPLIT>, atribuidas a procesos banales agudos<SPLIT>.
Sin antecedentes personales ni familiares de interés<SPLIT>.
Sin infecciones de orina ni otra sintomatología urinaria<SPLIT>.
Coincidiendo con un episodio de dolor abdominal en hemiabdomen derecho<SPLIT>, se realizó una ecografía abdominal<SPLIT>, en la que se objetivó una adenitis mesentérica y una dilatación de pelvis renal derecha leve<SPLIT>, con sospecha de estenosis de la UPU<SPLIT>.
Sedimento de orina y urinocultivo normales<SPLIT>.
Desapareció la clínica de dolor abdominal espontáneamente<SPLIT>, pero se remitió a Nefrología Pediátrica para control evolutivo<SPLIT>.
En la ecografía de control<SPLIT>, estando asintomático<SPLIT>, se seguía visualizando la dilatación de la vía urinaria con dilatación de pelvis renal derecha grado leve-moderada<SPLIT>, por lo que se solicitó renograma isotópico (<SPLIT>sospecha de estenosis de la unión pieloureteral<SPLIT>)<SPLIT>.
El renograma confirmó una ectasia obstructiva en riñón derecho<SPLIT>.
En el estudio de gammagrafía renal se objetivó aumento del tamaño renal derecho<SPLIT>, con evidente hipocaptación en todo el borde medial<SPLIT>, signos de dilatación de vía<SPLIT>, con una función renal del 58,8% en riñón izquierdo y del 41,2% en riñón derecho<SPLIT>.
Ante la dilatación del tracto urinario de causa obstructiva se remitió a Urología Infantil para intervención quirúrgica<SPLIT>.
Se colocó un catéter de nefrostomía durante unos meses para recuperar y evitar el deterioro de la función renal5,6<SPLIT>.
Tras la retirada del catéter de nefrostomía se siguieron realizando controles de imagen<SPLIT>, clínicos y analíticos<SPLIT>, normalizándose progresivamente<SPLIT>.
Niño de siete años que acudió a Urgencias con dolor en la cadera derecha<SPLIT>, cojera y fiebre<SPLIT>.
Los síntomas habían empezado de manera brusca siete días antes<SPLIT>.
El segundo día de enfermedad fue valorado en un Servicio de Traumatología y diagnosticado de "<SPLIT>sinovitis de cadera<SPLIT>"<SPLIT>, prescribiéndole reposo y analgésicos<SPLIT>.
La madre contaba que durante los días siguientes el dolor persistía en reposo<SPLIT>, le despertaba por la noche y mejoraba<SPLIT>, sin desaparecer<SPLIT>, con la analgesia<SPLIT>.
Presentó en todo momento posturas antiálgicas<SPLIT>, impotencia funcional y cojera<SPLIT>.
Durante los siete días persistió la fiebre (<SPLIT>máximo 38,5 ºC<SPLIT>)<SPLIT>, acompañada de disminución del apetito<SPLIT>.
En los últimos días aparecieron dos lesiones cutáneas<SPLIT>, una en el glúteo y otra en el cuero cabelludo<SPLIT>.
En la inspección general encontramos a un niño en silla de ruedas con regular estado general<SPLIT>, pálido y en posición antiálgica con flexión completa de la cadera y la rodilla derechas<SPLIT>.
Durante la exploración física sorprendía la ausencia de tumefacción<SPLIT>, dolor ni limitación a ningún nivel articular<SPLIT>, y no se encontraron puntos dolorosos óseos<SPLIT>.
La movilización activa de la cadera estaba reducida<SPLIT>, mientras que la pasiva era normal<SPLIT>.
La marcha era muy cautelosa<SPLIT>, y en bipedestación no apoyaba peso sobre la pierna derecha<SPLIT>.
Se objetivó también infestación por pediculosis y una lesión nodular<SPLIT>, inflamada<SPLIT>, ambas en cuero cabelludo<SPLIT>.
Los análisis de sangre mostraron una neutrofilia leve y un aumento de los reactantes de fase aguda<SPLIT>: fibrinógeno 1008 mg<SPLIT>/<SPLIT>dl<SPLIT>, proteína C-reactiva 173 mg<SPLIT>/<SPLIT>l y velocidad de sedimentación globular de 100 mm<SPLIT>/<SPLIT>hora<SPLIT>.
La ecografía de la cadera y la radiografía abdominopélvica fueron normales<SPLIT>, a excepción de la posición antiálgica en esta última<SPLIT>.
Durante su estancia en Urgencias<SPLIT>, y tras administrar analgesia intravenosa<SPLIT>, apareció progresivamente dolor abdominal a la palpación profunda en el hipogastrio y la fosa iliaca derecha sin defensa ni otros signos de irritación peritoneal<SPLIT>.
Se realizó una ecografía abdominal<SPLIT>, que resultó normal<SPLIT>, y se descartó patología quirúrgica aguda<SPLIT>.
Se completó el estudio para fiebre sin foco con una radiografía de tórax y una tira reactiva de orina<SPLIT>, que fueron negativas<SPLIT>, y se decidió el ingreso a cargo de la Unidad de Enfermedades Infecciosas<SPLIT>.
Se consultó con el Servicio de Reumatología Pediátrica<SPLIT>, que recomendó la realización de una gammagrafía ósea<SPLIT>, la cual se llevó a cabo en los siguientes días<SPLIT>, con resultados negativos<SPLIT>.
Ingresó con tratamiento con amoxicilina-clavulánico por vía intravenosa<SPLIT>.
Dada la normalidad de las pruebas realizadas y ante la sospecha clínica de absceso de psoas se solicitó una resonancia magnética (<SPLIT>RM<SPLIT>) abdominal que mostró un absceso en el músculo psoas derecho y una osteomielitis del cuerpo vertebral L4<SPLIT>.
El hemocultivo fue estéril<SPLIT>, pero en la punción del absceso del cuero cabelludo se aisló Staphylococcus aureus resistente a meticilina<SPLIT>, por lo que se modificó la antibioterapia para cubrir dicho germen<SPLIT>, con meropenem y linezolid<SPLIT>.
El paciente evolucionó favorablemente<SPLIT>, sin que fuera necesario drenaje quirúrgico<SPLIT>.
Mujer de 42 años estudiada en Consultas de Gastroenterología desde enero de 2005 por presentar rectorragia escasa al final de la deposición junto con tenesmo y dolor anal de dos años de evolución<SPLIT>.
La paciente no tenía ningún antecedente familiar ni personal de interés ni seguía ningún tratamiento médico de forma habitual<SPLIT>.
En la exploración física tan sólo se objetivó en el tacto rectal una zona indurada en la pared lateral izquierda del recto<SPLIT>.
Se realizó una analítica completa que resultó rigurosamente normal<SPLIT>.
Ante este hallazgo se decidió realizar una colonoscopia encontrándose dos pólipos milimétricos en ampolla rectal<SPLIT>, hemorroides internas (<SPLIT>una de ellas prolapsada<SPLIT>) y en la cara lateral izquierda de la ampolla rectal un área eritematosa y levemente sobreelevada<SPLIT>, de aproximadamente 2 x 2 cm<SPLIT>, de bordes geográficos y con un aspecto indeterminado de la que se tomaron biopsias<SPLIT>.
Se planteó inicialmente el diagnóstico diferencial entre enfermedad inflamatoria intestinal (<SPLIT>colitis ulcerosa<SPLIT>)<SPLIT>, úlcera estercorárea y síndrome de la úlcera rectal solitaria<SPLIT>.
La anatomía patológica demostró un engrosamiento de la mucosa<SPLIT>, con elongación y distorsión de las glándulas y una lámina propia edematosa con gran cantidad de colágeno y fibroblastos<SPLIT>, todo ello compatible con el diagnóstico de síndrome de la úlcera rectal solitaria<SPLIT>.
Se realizó una manometría anorrectal que evidenció un volumen rectal máximo tolerable discretamente reducido y un tiempo de expulsión del balón mínimamente alargado<SPLIT>.
Mujer de 68 años de edad sin antecedentes de interés que acude a Urgencias por sangrado de una tumoración localizada en el brazo izquierdo<SPLIT>.
La tumoración es de gran tamaño (<SPLIT>21x15 cm<SPLIT>) y ocupa toda la mitad distal del brazo<SPLIT>, está ulcerada<SPLIT>, con zonas necróticas con gran fragilidad cutánea y sangrante<SPLIT>.
Refiere haber notado una tumoración de pequeño diámetro que había ido aumentando de tamaño de modo progresivo en los últimos 2 años y por la que nunca había consultado<SPLIT>.
En Urgencias se procede a realizar electrocoagulación del punto sangrante bajo anestesia local y se toma una muestra del tejido para estudio anatomopatológico<SPLIT>.
Es ingresada en el Hospital y sometida a estudio<SPLIT>.
Se le realizan pruebas preoperatorias<SPLIT>, así como pruebas de diagnóstico por imagen y un estudio de extensión tumoral<SPLIT>.
La radiografía del brazo muestra una masa de partes blandas sin invasión ósea<SPLIT>.
El estudio de extensión (<SPLIT>TAC tóraco-abdomino-pélvico<SPLIT>) presenta un nódulo pulmonar de bordes bien delimitados y localización yuxtapleural<SPLIT>, situado en el segmento superior del lóbulo inferior izquierdo<SPLIT>, de unos 6 mm sugestivo de metástasis<SPLIT>; muestra también adenopatías axilares ipsilaterales<SPLIT>.
La biopsia de la tumoración da como resultado una zona con masiva infiltración de toda la dermis por una proliferación fibrohistiocítica que aparenta ser de bajo grado y otra zona necrosada<SPLIT>, que sugiere una proliferación de alto grado<SPLIT>.
Se plantean como diagnósticos diferenciales tumores tipo fibrohistiocitoma maligno<SPLIT>, sarcoma fibromixoide o mixofibrosarcoma<SPLIT>.
Una vez completados los estudios la paciente fue valorada en sesión clínica conjunta por los Servicios de Cirugía Plástica<SPLIT>, Oncología y Cirugía Torácica para decidir la actitud terapéutica a tomar<SPLIT>.
Se opta por tratamiento quirúrgico de la tumoración y aplicación de quimioterapia adyuvante sobre el nódulo pulmonar<SPLIT>, que no se considera subsidiario de extirpación quirúrgica<SPLIT>.
La intervención consistió en la resección completa del tumor con márgenes amplios y el cierre directo del defecto subyacente<SPLIT>.
El tratamiento quimioterápico adyuvante fue de 6 ciclos con Ifosmamida<SPLIT>, Mesna<SPLIT>, Adriamicina y Dacarbacina<SPLIT>.
El estudio anatomopatológico de la tumoración extirpada reveló macroscópicamente una pieza de 21x16x15<SPLIT>cm<SPLIT>, parcialmente revestida por piel con importantes zonas de profunda ulceración y borde de crecimiento de tipo expansivo<SPLIT>; al corte presentó extensas áreas centrales de necrosis<SPLIT>, consistencia firme elástica y coloración blanquecina en las zonas no necróticas y un aspecto mixoide en otras zonas<SPLIT>.
El estudio microscópico determinó un patrón global nodular<SPLIT>, aunque en muchas zonas estaba perdido por el gran tamaño de los nódulos<SPLIT>.
Histológicamente había aspectos muy variables<SPLIT>, predominando las zonas de aspecto sarcomatoide con células alargadas de núcleos ovoides y citoplasma discretamente acidófilo<SPLIT>; en otras zonas había cantidades variables de material mucoide<SPLIT>, áreas de predominio mixoide e incluso de claro aspecto cartilaginoso<SPLIT>; el otro componente claramente identificado fue de tipo epitelial<SPLIT>, glanduliforme y a menudo cilindromatoso<SPLIT>.
El estudio inmunohistoquímico fue positivo para Citoqueratinas (<SPLIT>AE1-AE3<SPLIT>) en las zonas epiteliales y negativo en las zonas sarcomatoides<SPLIT>, Vimentina positivo en zonas sarcomatosas y negativo en zonas epiteliales puras<SPLIT>, Proteína s-100 positivo en zonas sarcomatoides y negativo en las epiteliales<SPLIT>, EMA positivo en zonas epiteliales<SPLIT>, MIB I (<SPLIT>índice de proliferación<SPLIT>) elevadísimo (<SPLIT>50%<SPLIT>)<SPLIT>, Actina y Desmina negativo<SPLIT>, C-Kit negativo<SPLIT>.
El diagnóstico histológico definitivo fue de tumor de origen epitelial de alto grado de malignidad<SPLIT>, denominado siringoma condroide maligno<SPLIT>.
La paciente fue seguida en consulta externa de Cirugía Plástica<SPLIT>, presentando buena evolución de la cicatriz<SPLIT>, sin evidencia de recidiva a los 2 años<SPLIT>.
Resonancia Nuclear Magnética (<SPLIT>RNM<SPLIT>) del brazo sin evidencia de recidiva local<SPLIT>.
Los estudios de imagen de control tóraco-abdominales muestran disminución de las adenopatías axilares y del nódulo pulmonar (<SPLIT>4<SPLIT>mm<SPLIT>)<SPLIT>.
Actualmente se siguen realizando controles trimestrales por parte de los Servicios de Cirugía Plástica y Oncología<SPLIT>.
Paciente de 18 años de edad que 5 meses antes había sido víctima de grave quemadura eléctrica por 13.800 voltios en la cara al intentar salvar a un compañero de trabajo<SPLIT>.