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La anatomía patológica fue de carcinoma de células renales del tipo de células claras de 8 cm de diámetro con invasión tumoral del uréter y de la vena renal<SPLIT>.
Grado nuclear III<SPLIT>/<SPLIT>IV<SPLIT>.
Ganglios sin afectación tumoral (<SPLIT>T3bN0<SPLIT>)<SPLIT>.
Tres meses después de la cirugía<SPLIT>, la radiografía de tórax mostraba múltiples imágenes nodulares en ambos campos pulmonares compatibles con metástasis<SPLIT>.
Además presentaba un dolor radicular en la pierna izquierda<SPLIT>.
El paciente fue tratado con Interleukina-2 por el Servicio de Oncología<SPLIT>.
Seis meses después de la cirugía consultó por la aparición de dos nódulos irregulares<SPLIT>, duros de 2-3 cm de diámetro<SPLIT>, situados por debajo del teste derecho<SPLIT>, en la raíz del pene<SPLIT>.
La ecografía escrotal informaba de una masa extratesticular ecogénica<SPLIT>, sólida con pequeñas áreas quísticas de 2,3 x 2,5 x 2 cm y otra formación de características similares en la raíz peneana de 2,8 x 2 cm<SPLIT>.
Se realizó PAAF de dichas lesiones resultando el diagnóstico anatomopatológico de metástasis por carcinoma de células claras<SPLIT>.
En la TAC de control se apreciaba una masa paravertebral bilateral<SPLIT>, que infiltraba la vértebra a nivel C7-D1<SPLIT>, por la que precisó la administración de radioterapia antiálgica<SPLIT>.
Catorce meses después de la cirugía<SPLIT>, fue tratado con radioterapia paliativa por síndrome de compresión medular<SPLIT>, falleciendo un mes más tarde<SPLIT>.
Mujer de 53 años de edad diagnosticada de esclerosis tuberosa a los 29 años por la presencia de múltiples lesiones faciales (<SPLIT>adenoma sebáceo<SPLIT>)<SPLIT>.
Antecedente de mastopatía fibroquística de mama y bocio coloide<SPLIT>.
Sus padres e hijos no presentan signos de la enfermedad<SPLIT>.
Refiere desde dos años antes dos lesiones palpebrales que le provocan picor y lagrimeo en el ojo derecho<SPLIT>.
A la exploración presenta múltiples lesiones faciales con distribución en alas de mariposa<SPLIT>, de aspecto plano<SPLIT>, bien delimitadas (<SPLIT>algunas se superponen<SPLIT>)<SPLIT>, rojizas y no descamativas de aproximadamente 0,4 a 0,8 cm de eje mayor<SPLIT>.
A nivel periungueal tanto en dedos de pies como de manos presenta fibromas (<SPLIT>Tumores de Koeman<SPLIT>)<SPLIT>, y una mancha hipopigmentada en tórax<SPLIT>.
En párpado inferior izquierdo presenta dos lesiones que afectan a borde libre palpebral<SPLIT>, nodulares<SPLIT>, de aspecto quístico y color blanco-amarillento<SPLIT>, localizadas en 1/3 medio y 1/3 externo del párpado de 0,5 y 0,3 cm de diámetro<SPLIT>.
El diagnóstico clínico fue de quistes epidérmicos de inclusión<SPLIT>.
El resto de la exploración tanto oftalmológica (<SPLIT>fondo de ojo<SPLIT>) como sistémica (<SPLIT>TAC craneal<SPLIT>, torácico y abdominal<SPLIT>) fueron normales<SPLIT>.
El tratamiento quirúrgico consistió en la resección de las dos tumoraciones palpebrales mediante dos cuñas que englobaban las lesiones<SPLIT>, con buen resultado estético y funcional<SPLIT>.
El diagnóstico histopatológico fue de angiofibroma por la presencia de una pronunciada proliferación colágena asociada a hiperplasia angiomatosa<SPLIT>.
Después de 18 meses de seguimiento no se ha evidenciado recurrencia<SPLIT>.
Un niño de 13 años fue remitido para evaluación después de sufrir un traumatismo ocular en su ojo izquierdo con un tirachinas<SPLIT>.
La agudeza visual era en ambos ojos<SPLIT>, 20/20<SPLIT>.
El examen del ojo derecho fue normal y<SPLIT>, en el ojo izquierdo<SPLIT>, se observó un microhifema y una uveítis anterior<SPLIT>.
El examen de fondo de ojo bajo dilatación demostró en el ojo izquierdo hemorragias retinianas redondeadas ecuatoriales<SPLIT>.
Los valores de presión intraocular fueron normales (<SPLIT>15 mmHg y 12 mmHg respectivamente<SPLIT>)<SPLIT>.
El paciente desarrolló una isquemia retiniana periférica inferior (<SPLIT>demostrada por AFG<SPLIT>) tres semanas después del traumatismo (<SPLIT>en este momento el paciente refirió un escotoma periférico temporal superior<SPLIT>) con el desarrollo posterior<SPLIT>, doce meses más tarde<SPLIT>, de neovascularización retiniana en el cuadrante nasal inferior<SPLIT>.
El estudio hematológico completo y las pruebas de coagulación sanguínea fueron normales<SPLIT>.
Asimismo<SPLIT>, el resultado del test de enfermedad de células falciformes fue negativo<SPLIT>.
El microhifema y las hemorragias retinianas se resolvieron con tratamiento médico (<SPLIT>sulfato de atropina 1% y corticoides tópicos<SPLIT>, protección ocular durante una semana<SPLIT>, reposo en cama los primeros cuatro días con reanudación gradual de la actividad<SPLIT>, y restricción de salicilatos y de antiinflamatorios no esteroideos<SPLIT>, administración oral de ácido aminocaproico<SPLIT>)<SPLIT>.
Debido a la resolución completa del microhifema en la primera semana y en ausencia de resangrado<SPLIT>, no se llevaron a cabo estudios adicionales de trastornos de la coagulación menos frecuentes<SPLIT>, tales como déficit de factores VIII y XI o déficit de vitamina K. La isquemia retiniana fue tratada con fotocoagulación con láser de argón<SPLIT>.
Después de 15 meses de seguimiento<SPLIT>, su agudeza visual final permanece en 20/20 sin otras complicaciones oculares<SPLIT>.
Mujer nacida a término por parto vaginal<SPLIT>.
Primer hijo de padres no consanguíneos<SPLIT>.
Detección intraútero en ecografía de control de ventriculomegalia bilateral leve en la semana 21 de gestación que persiste en controles sucesivos<SPLIT>.
No se observan otras incidencias durante el embarazo<SPLIT>.
La puntuación en el test de Apgar fue 3/10<SPLIT>, 4/10 y 8/10 a los 1<SPLIT>, 10 y 20 minutos respectivamente<SPLIT>, precisando intubación endotraqueal en la sala de partos<SPLIT>.
El peso al nacimiento fue 3.480 gramos<SPLIT>, la talla 55 cm y perímetro craneal 39,5 cm<SPLIT>.
Al nacimiento presenta rasgos dismórficos<SPLIT>: fascies tosca<SPLIT>, hipertelorismo<SPLIT>, narinas antevertidas<SPLIT>, microrretrognatia y asimetría frontal con prominencia izquierda<SPLIT>.
Hipotonía generalizada que progresa hacia hipertonía generalizada con reflejos vivos<SPLIT>, clonus y episodios convulsivos generalizados<SPLIT>.
No hay seguimiento visual<SPLIT>.
Durante el período neonatal<SPLIT>, se realiza un electroencefalograma presentando una discreta lentificación difusa<SPLIT>.
En la ecografia cerebral se observa ventriculomegalia asimétrica de predominio izquierdo y asimetría hemisférica a favor del lado izquierdo<SPLIT>.
En la tomografía computarizada craneal presenta una prominencia del sistema ventricular<SPLIT>.
En la resonancia nuclear magnética se observa displasia cortical con focos de heterotopía nodular<SPLIT>.
El despistaje metabólico e infeccioso es normal<SPLIT>.
Cariotipo 46<SPLIT>XX<SPLIT>.
A los 7 meses de edad es remitida al servicio de oftalmología por esotropía del ojo derecho de 15º<SPLIT>.
Presenta dominancia de ojo izquierdo<SPLIT>, nistagmus en abducción en ambos ojos<SPLIT>.
La retina muestra un aspecto distrófico con desorganización difusa y anomalías pigmentarias retinianas<SPLIT>.
Hipoplasia de nervio óptico<SPLIT>.
Presenta miopía de -13,00 dioptrías (<SPLIT>-2 a 90º<SPLIT>) en ojo derecho y -14,00 dioptrías (<SPLIT>-2 a 180º<SPLIT>) en ojo izquierdo<SPLIT>.
Se prescribe corrección óptica<SPLIT>.
Los potenciales evocados visuales resultan patológicos con un aumento del período de latencia<SPLIT>.
No se puede realizar un electrorretinograma por falta de colaboración<SPLIT>.
A los 14 meses<SPLIT>, la gran hipertofia hemicraneal izquierda imposibilita portar gafas<SPLIT>, se recetan lentes de contacto que son bien toleradas<SPLIT>.
A los 10 meses<SPLIT>, presenta un importante retraso psicomotor<SPLIT>, hipertonía de extremidades e hipotonía cervicoaxial<SPLIT>.
No hay control cefálico ni sedestación<SPLIT>.
Mejora el contacto visual con mayor interacción con el ambiente y sonrisa social<SPLIT>.
Los controles electroencefalográficos muestran una asimetría interhemisférica del trazado<SPLIT>, sin paroxismos irritativos<SPLIT>.
Presenta un progresivo aumento del hemicuerpo izquierdo<SPLIT>, plagiocefalia y descenso de la órbita ipsilateral<SPLIT>.
Aparición progresiva de deformidades<SPLIT>: tibia vara<SPLIT>, coxa valga y adelgazamiento femoral bilateral<SPLIT>.
A los 15 meses<SPLIT>, presenta aspecto macrocefálico con afectación del macizo craneofacial<SPLIT>.
Nevus epidérmicos y hemangiomas dispersos con predominio en el lado izquierdo<SPLIT>.
Espasticidad como respuesta a estímulos<SPLIT>.
A los 16 meses de edad<SPLIT>, se realiza traqueostomía por laringotraqueomalacia<SPLIT>.
Fallece al sexto día del postoperatorio por neumonía<SPLIT>.
Presentamos el caso clínico de un paciente varón de 25 años de edad que acude a consulta por episodios repetidos de dolor e inflamación en torno al tercer molar inferior izquierdo semiincluido<SPLIT>.
En la historia clínica no destacan antecedentes médicos de interés<SPLIT>, el paciente no sigue ninguna medicación a diario<SPLIT>, salvo antibióticos y antiinflamatorios<SPLIT>, por el problema actual<SPLIT>, no es fumador y se encuentra en perfectas condiciones de salud<SPLIT>.
Después de la exploración clínica<SPLIT>, solicitamos como primera prueba diagnóstica una ortopantomografía<SPLIT>.
En ella podemos observar cómo el cordal en cuestión (<SPLIT>38<SPLIT>) se halla en íntima relación con el canal del NDI<SPLIT>, detectándose signos radiológicos determinados como indicadores claros de alto riesgo de lesión del nervio durante las maniobras de extracción Así<SPLIT>, se observan curvaturas en las raíces<SPLIT>, un oscurecimiento en torno a los ápices (<SPLIT>raíz mesial<SPLIT>) y un borramiento de la cortical superior del canal en contacto con la raíz distal<SPLIT>.
Aunque la ortopantomografía nos mostraba una imagen bastante clara<SPLIT>, decidimos solicitar una TC para planificar correctamente el caso antes de decidir el procedimiento terapéutico<SPLIT>.
En las imágenes de la TC verificamos que el contacto entre el cordal y el NDI es real y que<SPLIT>, por tanto<SPLIT>, el riesgo de dañarlo durante la extracción es alto<SPLIT>.
Ante esta situación<SPLIT>, informamos al paciente de la posibilidad de realizar una coronectomía o extracción parcial del tercer molar sintomático<SPLIT>.
Con esta técnica pretendemos eliminar la clínica causada por la pericoronaritis<SPLIT>, ya que conseguimos un cierre directo de la herida y las raíces quedan incluidas<SPLIT>, preservando la integridad del NDI<SPLIT>.
El paciente fue informado de la posibilidad de una complicación infecciosa de causa pulpar<SPLIT>, lo cual nos obligaría a reintervenir para completar la extracción<SPLIT>.
La reentrada también sería necesaria si<SPLIT>, a largo plazo<SPLIT>, se produjera una migración de las raíces<SPLIT>, y éstas volvieran a generar clínica de pericoronaritis por exposición<SPLIT>.
Sólo que<SPLIT>, si esto ocurre<SPLIT>, probablemente la relación de las raíces con el NDI ya no sería tan clara<SPLIT>, ni la extracción<SPLIT>, por tanto<SPLIT>, tan comprometida<SPLIT>.
Después de obtener el consentimiento informado del paciente<SPLIT>, decidimos realizar la coronectomía siguiendo la siguiente técnica quirúrgica : Administración de profilaxis antibiótica<SPLIT>.
Realización de un incisión en bayoneta y levantamiento de un colgajo de espesor total similar al utilizado para la extracción completa de un cordal<SPLIT>.
Realización de un corte de la corona con una fresa de fisura desde la tabla vestibular<SPLIT>, siguiendo una angulación de aproximadamente 45º<SPLIT>.
Esta sección es completa para no ejercer fuerza sobre las raíces con los botadores<SPLIT>, lo cual requiere ser muy cuidadoso al aproximarnos a la tabla lingual para no lesionar el nervio lingual<SPLIT>.
Posteriormente se continúa eliminando más tejido dentario<SPLIT>, con la misma fresa de fisura o con una fresa redonda accediendo desde la parte superior<SPLIT>.
Esto último resulta un poco más fácil que con la fresa de fisura<SPLIT>.
De esta forma<SPLIT>, la sección queda<SPLIT>, al menos<SPLIT>, 3 mm por debajo de las crestas óseas<SPLIT>.
Con ello se pretende facilitar que el hueso se regenere sobre las raíces y las englobe dentro de la mandíbula<SPLIT>.
No se debe tratar la superficie radicular expuesta<SPLIT>.
Finalmente se eliminan los restos de folículo<SPLIT>, sin movilizar las raíces<SPLIT>, el diente remanente y se sutura la herida con puntos sueltos que se retiran en una o dos semanas<SPLIT>.
Debemos realizar controles radiológicos al mes<SPLIT>, a los seis meses y anualmente<SPLIT>.
Todos estos pasos se llevaron a cabo en nuestro caso<SPLIT>, y el paciente no ha presentado complicación alguna en un año tras la realización de la intervención<SPLIT>.
Se trata de un varón de 35 años de edad que acudió a consulta remitido para valoración de alteración radiológica de tórax<SPLIT>.
No tenía alergias medicamentosas<SPLIT>, era alérgico al polen<SPLIT>.
De profesión trabajaba colocando paneles de pladur<SPLIT>.
Fumaba 10 cigarrillos<SPLIT>/<SPLIT>día desde los 14 años (<SPLIT>10,5 paquetes<SPLIT>/<SPLIT>año<SPLIT>) y 8 porros de marihuana<SPLIT>/<SPLIT>día<SPLIT>.
Consumía alcohol de forma ocasional<SPLIT>.
No tenía antecedentes familiares de interés<SPLIT>.
Interrogado refería en el último año tos de predominio vespertino y nocturno con el decúbito supino<SPLIT>, acompañada de expectoración blanca<SPLIT>.
Además presentaba sibilancias asociadas que mejoraban con broncodilatadores<SPLIT>.