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Cuadernos de ReD 5 Coordinación entre prácticas
jurisdiccionales diversas:
otra oportunidad para la paz Enero-Febrero de 2019 T
A E
Y N R U B N E W G , 7
1
0
2 © El documento recoge los hallazgos de la segunda fase del proyecto
de investigación que realizó Rodeemos el Diálogo (ReD) con el apoyo
del Programa Estado de Derecho para Latinoamérica, de la Fundación
Konrad Adenauer (KAS), esta vez en municipios seleccionados de Arauca
y Norte de Santander durante septiembre y octubre de 2018. El proyecto
fue coordinado por César Torres, contó con el apoyo investigativo de Karen
Arteaga, la supervisión de Beatriz Vejarano y la asistencia administrativa
de Carolina Gómez y Oriana Soler. Los resultados de la investigación
fueron presentados por Andrei Gómez-Suárez en el seminario internacional
«Justicia para los territorios: ¿qué modelo de justicia necesitamos
en las regiones?», realizado por el CITpax, la KAS y el Ministerio
de Justicia en Bogotá entre el 21 y el 23 de noviembre de 2018. Introducción • Este informe es el resultado de
la
investigación sobre las prácticas de
justicia comunitaria en
los municipios de Arauca, Fortul, Tame y
Saravena (estos tres últimos de
la
región del Sarare) en el departamento de Arauca, y los municipios
de Cúcuta y Sardinata (la entrada al
Catatumbo) en Norte de Santander.
La investigación se realizó sobre la
base del diálogo como metodología1.
Entendemos el diálogo como un espacio, una estrategia y un tiempo: • • Un espacio donde los entrevistados —individualmente o
en
grupo— buscan las palabras pa-
ra narrar sus necesidades, intereses y experiencias, y exploran
las posibilidades de promover la
construcción de Estado de derecho en el contexto del conflicto
armado en el que viven. Una estrategia de enseñanza y
aprendizaje: «(…) un diálogo reflexivo, crítico y creativo, que se
apoya en la experiencia informal
(…) para constituirse en un diálogo profundo, sustentado en la
argumentación y la reflexión»2. 1
Se enmarca en el proceso de Ro-
deemos el Diálogo de desarrollar una metodología afectivoparticipativa para la pedagogía
y la construcción de paz. Ver: «Peace process pedagogy:
lessons
from
the no-vote victory
in the Colombian peace referéndum», Compa- rative Education, 53 (3), 2017, pp. 462-482.
2
García Montero, Ivet. «El diálogo:
un instrumento para la reflexión y la transformación educativa». Sin fecha de publicación,
en: http://bibliotecavirtual.clacso.org.ar/ar
/libros/cuba/cips/caudales05/Caudales/ Un tiempo, un momento para
el encuentro con otras interpretaciones del mundo que rodea al
entrevistador y al entrevistado;
unos instantes discontinuos en
los que se reconoce la común humanidad de los participantes y
de las personas ausentes en torno
de quienes gira la conversación. Entender y promover el diálogo como espacio, estrategia y tiempo con-
cuerdan con la afirmación del Programa de las Naciones Unidas para
el Desarrollo (PNUD) según el cual
«en el diálogo no hay ganadores.
Mientras que el propósito de la negociación es alcanzar un acuerdo
concreto, el objetivo del diálogo es
tender puentes entre las comunidades, compartir perspectivas y descubrir nuevas ideas»3. El diálogo con los entrevistados giró
en torno de la pregunta: ¿es posible
promover la construcción de Estado
de derecho mediante
la construcción y/o consolidación de formas de
coordinación entre los distintos mecanismos de resolución de conflictos
que hay en el respectivo municipio? Encontrar factores, vectores de fuerza o condiciones de posibilidad favorables a adelantar la construcción ARTICULOS/ArticulosPDF/0524G093.
pdf, p. 2 (visto el 10 de noviembre de 2018).
3
PNUD, «Importancia del diá-
logo para la prevención de conflictos y la
construcción de paz», febrero de 2009, en:
http://www.undp.org/content/dam/undp/
library/crisis%20prevention/Spanish/
dialogue_conflict_spanish.pdf, pp. 2 y 3
(visto el 9 de noviembre de 2018). 2 · Coordinación entre prácticas jurisdiccionales diversas: otra oportunidad para la paz de Estado de derecho se convirtió en
un modo de promoverla. A continuación presentamos (1) la metodología, (2) el enfoque teórico, (3) los
hallazgos y (4) las recomendaciones
basadas en esta investigación. d. Metodología e instrumentos Esta investigación cualitativa buscó
entender el papel y los límites de la
participación comunitaria en la administración de justicia y las posibilidades que tiene dicha participación
de apoyar la construcción de Estado
de derecho a nivel local, cuando las
prácticas comunitarias de justicia se
coordinan con las prácticas estatales
de impartición de justicia. La indagación se hizo en dos ciudades capitales y municipios
fundamentalmente rurales de alta conflictividad. Se dialogó con operadores y
funcionarios de la rama judicial del
poder público y con operadores de
los mecanismos de
justicia comunitaria,
específicamente
con
conciliadores de
las
juntas de acción
comunal (JAC) y con conciliadores
en equidad. Asimismo se realizó una
revisión bibliográfica sobre la historia y la composición sociodemográfica de los municipios. En el diálogo con operadores se hicieron cuatro preguntas básicas: a. b. c. ¿Conoce usted operadores de la
otra práctica jurídica?
¿Tiene
alguna
relación
ellos/as?
¿Existe alguna forma de coordinación
(estable/permanente o con no) entre usted y los operadores
judiciales de las otras prácticas
jurídicas?
¿Cree usted que esa coordinación —existente o no en este
momento— puede servir para
que todas las personas cumplan
la ley y mejore la convivencia pacífica? En los textos consultados se buscó
respuesta a los mismos interrogantes. Tanto en las entrevistas como
en las fuentes secundarias se encontraron respuestas que relacionaban
el tema objeto de investigación con
el contexto en el que ocurren o no
esas relaciones entre los operadores
judiciales. Por tanto, se reconstruyó
varias veces el marco conceptual con
que se dio inicio al proyecto, sin variar la perspectiva general de la investigación. Enfoque teórico La pregunta de la investigación puede formularse en términos de hipótesis: es posible construir Estado de
derecho en el nivel local, en áreas
donde los grupos armados administran justicia y resuelven conflictos,
según el grado de reconocimiento y
las formas de colaboración que establezcan las prácticas jurisdiccionales
estatales con las prácticas jurisdiccionales comunitarias. Estado de derecho Definir esta forma de Estado implica
una posición ideológica y política.
Desde distintas vertientes
se promueve el Estado de derecho como Cuadernos de ReD 5 · 3 la mejor forma de Estado y, al mismo tiempo, hay mucha divergencia
acerca de las características de dicho
Estado. Sin embargo, hay cinco características del Estado de derecho que lo
singularizan y lo hacen reconocible: 1. El Estado de derecho es un mode- lo o forma de «(…) estructurar
jurídica y políticamente la maquinaría institucional del Estado de acuerdo con unos valores,
unos principios e instrumentos
técnicos a los cuales se pretende
dar realidad en la mayor medida
posible»4. 2. La división del poder público: el Estado no está concentrado ni
en una persona ni en una insti- tución. Esa división del poder
está consagrada en la norma de
mayor categoría e importancia
(la Constitución) y garantiza,
además, que exista un sistema
de pesos y contrapesos que impida que uno de los poderes se
extralimite en sus funciones o
adquiera una relevancia tal que
ponga en peligro dicha división
de poderes. 3. El Estado es la garantía de los derechos fundamentales: estos son derechos que
tienen
todas
las
personas por el mero hecho de 4
Chinchilla, Tulio Elí. «El Estado
de derecho como modelo político-jurídico»,
en:
https://revistas.upb.edu.co/index.php/
derecho/article/view/6369/5848 , p. 37 (visto el 12 de noviembre de 2018). ser personas o en cuanto ciudadanos con capacidad de tomar decisiones y obrar. Estos derechos
son inalienables: nadie los pierde
por causa alguna. Los derechos
fundamentales están estipulados
claramente en
la Constitución
Política de Colombia y en pactos
y tratados
internacionales tales
como la Declaración Universal
de Derechos Humanos de 1948.
Deben ser asumidos como derechos
fundamentales aquellos
cuya garantía es
indispensable
para la paz5. 4. En el Estado de derecho, todos
los poderes están sujetos a la ley y todas las leyes están sujetas a la
Constitución. La Constitución,
por su parte, está sujeta a su propia rigidez y a la dificultad de
cambiarla que ella misma se ha
impuesto. 5
Al respecto afirma Ferrajoli que
en esta clase de derechos deberán estar «(…)
el derecho a la vida y a la integridad personal,
los derechos civiles y políticos, los derechos
de libertad, pero también, en un mundo en
el que sobrevivir es siempre menos un hecho
natural y cada vez más un hecho artificial,
los derechos sociales para la supervivencia».
Agrega el mismo autor que deben ser considerados derechos fundamentales aquellos
que garanticen la igualdad, es decir aquellos que protegen a las minorías y/o a los
más débiles, que lo son por no ser iguales a
la mayoría en algún aspecto de sus vidas o
porque son, simplemente, más vulnerables.
Ver: Ferrajoli, Luigi. «Sobre los derechos
fundamentales». Cuestiones Constitucionales
[en
línea], 2006
(julio-diciembre).
Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=88501505, ISSN 1405-9193,
pp. 117 y 118 (visto el 12 de noviembre de
2018). 4 · Coordinación entre prácticas jurisdiccionales diversas: otra oportunidad para la paz 5. La soberanía nacional, entendida como la capacidad y el poder que
tienen las instituciones estatales
para tomar decisiones. Esto implica una doble vía en el ejercicio
de dicho poder: el poder del Estado limita el poder ciudadano. Las prácticas jurisdiccionales Según el glosario oficial de la rama
judicial de Colombia, la acción jurisdiccional es el «derecho público de
acudir a la jurisdicción y de obtener
una decisión, favorable o desfavorable, como culminación del proceso
y la disposición de ejecutar la misma»6. La práctica jurisdiccional es
la actividad que desarrollan los operadores
judiciales para resolver
las
pretensiones de quienes acuden a sus
despachos buscando una decisión
sobre casos concretos. Es la respuesta de quien ha sido solicitado para que resuelva o ayude a
resolver un conflicto. Esa práctica es
la que garantiza que los ciudadanos
resuelvan sus diferencias mediante
la intervención de un tercero. Este
tercero posee un saber/poder que
le permite entender, juzgar y resolver un caso determinado; además,
conoce una serie de procesos y procedimientos que puede usar en cada
situación que se le presenta. El saber y el conocimiento que poseen
y usan los terceros no están conte- 6
Se puede ver en: https://www.
ramajudicial.gov.co/portal/atencion-alusuario/servicios-de-informacion/glosario
(visto el 14 de noviembre de 2018). nidos necesariamente en las normas
jurídicas, pues no todos los conflictos
se resuelven aplicando las leyes vigentes. Hay conflictos que se solucionan
a través de la intervención de personas
no investidas de autoridad estatal que
resuelven o ayudan a resolver los casos
utilizando el «saber comunitario».
Este saber refleja lo que la comunidad
considera justo. Pero ese saber, aplicado a casos concretos, también puede
ayudar a transformar lo que la comunidad considera justo. Las prácticas
jurisdiccionales que
se desarrollan
con base en el justo comunitario son,
sobre todo, prácticas con un enorme
potencial de construcción de paz y de
transformación social. El acceso a la justicia Desde un enfoque de derechos, la
acción y la práctica jurisdiccionales
(la de los funcionarios de la rama
judicial y la de los particulares que
resuelven casos usando el justo comunitario)
constituyen una parte
importante del acceso a la justicia.
Según la Organización de las Naciones Unidas (ONU), «el acceso a
la justicia es un principio básico del
Estado de derecho. Sin acceso a la
justicia, las personas no pueden hacer oír su voz, ejercer sus derechos,
hacer frente a la discriminación o hacer que rindan cuentas los encargados de la adopción de decisiones»7. 7
Se puede
consultar
en: Torres
Cárdenas, César. «La jurisdicción especial
de paz: Entre la norma jurídica y la norma
social» (2010). Bogotá: Escuela Judicial Rodrigo Lara Bonilla. Ver: http://escuelajudicial.
ramajudicial.gov.co/biblioteca/content/
pdf/a12/5.pdf. Cuadernos de ReD 5 · 5 Pero el acceso a la justicia no es solo
un derecho consagrado en las normas. Es también un hecho que ocurre cuando
las personas acuden a
alguna instancia jurisdiccional para
defender derechos legal o socialmente reconocidos. Para que se pueda
ejercer ese derecho mediante este
tipo de prácticas es necesario que la
persona identifique sus necesidades
jurídicas, conozca sus derechos, sepa
cuál es la instancia jurisdiccional más
adecuada y pueda usar el procedimiento correcto para satisfacer sus
requerimientos jurídicos y defender
sus derechos. La existencia y la práctica del derecho de acceso a la justicia constituyen el punto de encuentro de los dos
conceptos contenidos en la hipótesis de esta investigación. Este derecho/garantía es un principio del
Estado de derecho y puede ejercerse
ante distintas instancias, no solo estatales, y mediante diferentes saberes, no siempre avalados como saber
jurídico legal. La coordinación entre estas dos prácticas jurisdiccionales en zonas de conflicto armado
efectivamente amplía y mejora las
posibilidades de ejercer el derecho
de acceso a la justicia, sobre todo a
la justicia no articulada a los actores armados. Al mejorar el acceso
a la justicia se construye Estado de
derecho. Promover
dicha
construcción
es
factible porque, como se observa a
continuación, en Arauca y Norte de
Santander ya hay esfuerzos en ese
sentido. Por tanto, se puede entender lo que allí ocurre en términos de ampliación del acceso a la justicia
como mecanismo de construcción
del Estado de derecho en el nivel
local gracias a que los mismos pobladores lo ejercen y lo explican. Hallazgos en Arauca
y Norte de Santander Con base en el trabajo de campo
realizado se puede afirmar que el Estado social de derecho en zonas de
conflicto armado es disfuncional y
uno de los factores primordiales es
el precario sistema local de justicia
formal. El desempeño de la justicia
formal local es una forma de medir
la construcción de Estado por dos
razones. En primer lugar, porque la
justicia es un componente central del
Estado y del poder político, así como
un factor esencial en la definición y
solución de los conflictos sociales e
institucionales. En
segundo
lugar,
porque la justicia es parte esencial de
la capacidad del Estado para someter a los actores que lo desafían. En
aquellos territorios donde la justicia
opera y los jueces (particularmente
los jueces penales), apoyados por la
fiscalía, son capaces de judicializar
no solo a los actores de las organizaciones delincuenciales (guerrilla,
paramilitares,
bacrim,
etc.),
sino
también a «hombres fuertes» que
cometen delitos (gamonales, terratenientes, palmeros, caciques políticos,
etc.), existe una institucionalidad estatal operante8. 8
https://www.dejusticia.org/
publication/los-territorios-de-la-paz-laconstruccion-del-estado-local-en-colombia2/ 6 · Coordinación entre prácticas jurisdiccionales diversas: otra oportunidad para la paz Si la justicia estatal formal no opera
en estas zonas de conflicto, ¿quién
hace
justicia? En
algunos municipios como Sardinata
(Norte de
Santander) o en la región del Sarare
(Arauca) se ha iniciado el programa
de «sistemas locales de justicia»; en
otros, como el municipio de Arauca, se están buscando
los recursos
financieros para implementarlo. Sin
embargo, es importante resaltar que
la mayoría de las personas recurre a
los grupos armados ilegales, particularmente al Ejército de Liberación
Nacional (ELN), que hace presencia
en estas zonas. En el caso de Sardinata, durante
muchos años
los grupos armados
ilegales fueron los administradores
de justicia. Resolvían conflictos intrafamiliares, disputas de
linderos,
problemas entre vecinos y delitos
y contravenciones. No obstante, la
ofensiva del ejército regular y las disputas entre los grupos por el control
territorial ocasionaron que
abandonaran la labor jurisdiccional. Por
esta razón, ahora que ha disminuido
la injerencia de los grupos armados
en
la resolución de conflictos, se
creó un vacío de poder más o menos absoluto en el cual los pobladores no cuentan ni con las instancias
jurisdiccionales estatales ni con
la
presencia de los armados para que
resuelvan o medien
los conflictos
cotidianos. En esas condiciones, algunas comunidades han creado sus
propios instrumentos, instancias y
prácticas jurídicas para resolver sus
conflictos; así, los comités de conciliación de las JAC asumen la tarea
de resolver conflictos. Lo hacen para evitar que los armados se legitimen
una vez más con base en su papel de
solucionadores de conflictos y porque entienden que la cercanía geográfica implica una mayor necesidad
de diferenciación y distanciamiento
políticos. Lo hacen también porque
no
existen otros mecanismos de
acceso a la justicia y porque entienden que quien administra
justicia
es quien construye Estado. En esas
tareas de construir Estado, administrar justicia, resolver pacíficamente
los conflictos y generar convivencia
pacífica han contado con el apoyo
de organizaciones
internacionales
e instituciones del orden nacional,
regional y local, incluso con el apoyo de funcionarios públicos que han
respetado el proceso y los logros obtenidos9. De manera similar, los conciliadores de las JAC y los conciliadores en
equidad que desarrollan el sistema
local de justicia son la principal autoridad
jurisdiccional en el Sarare,
pues son los únicos que gozan de
legitimidad entre todos los actores
en el territorio. Al mismo tiempo,
se convierten casi en la única figura
que puede construir Estado social de
derecho. La
justicia estatal formal,
como los jueces y fiscales, tiene restringido el acceso a las zonas rurales
con alta presencia del ELN. Incluso en los cascos urbanos, casi todos
los
funcionarios
judiciales
toman
precauciones y/o tienen esquemas
de
seguridad proporcionados por 9
Entrevista a exfuncionaria pública
del orden municipal de Sardinata, Norte de
Santander, 3 de octubre 2018. Cuadernos de ReD 5 · 7 la Unidad Nacional de Protección
(UNP). Las instituciones y los funcionarios de la justicia administrativa tienen menos restricciones, pero
tampoco pueden movilizarse
sin
una especie de autorización o pacto
de respeto mutuo con el ELN. Lo
único cierto es que unos y otros respaldan —de manera desigual— el
trabajo que hacen los conciliadores
de las JAC y los conciliadores en
equidad10. Igualmente respaldan (o
al menos respetan) los proyectos de
formación ciudadana, construcción
de paz y/o sistemas locales de justicia que se desarrollan en las zonas.
Eso convierte a estos operadores
judiciales comunitarios en quienes
más y mejores posibilidades tienen
de garantizar a la ciudadanía el acceso a la justicia. Y, además, les confiere
un nivel de liderazgo para construir
tanto
la paz
cotidiana —porque
resuelven conflictos no
relacionados con la confrontación armada—
como la paz política y la convivencia
ciudadana. Así, la conciliación en equidad en
el Sarare se está convirtiendo en un
mecanismo y una práctica
jurídica
que permite construir Estado de derecho en la medida en que amplía
y mejora las condiciones de acceso
a la justicia, al tiempo que aporta a
la superación del conflicto armado
o, al menos, hace innecesaria la acción jurisdiccional de los ejércitos.
Pero
lo anterior sería imposible si
no existieran los niveles y formas de
coordinación que se han construido 10 Entrevista a líder y conciliador en
equidad, Tame, Arauca, 23 de octubre 2018. entre las autoridades estatales y los
conciliadores. Esa coordinación se
expresa en el conocimiento mutuo
entre los operadores jurisdiccionales,
el conocimiento que cada uno tiene
del saber y de la lógica jurídica con
que opera el otro, y el respaldo que se
brindan entre sí. Si la justicia comunitaria es la única
que provee justicia en estas zonas,
lo más útil sería fortalecer y articular estos mecanismos con la justicia
estatal formal. No obstante, la mayoría de los funcionarios de la rama
judicial no conoce del enfoque, las
características y
la utilidad de
los
mecanismos
alternativos de
solución de conflictos (Masc), y quienes mostraron mayor interés en tales
mecanismos podían valorarlos únicamente en función de la descongestión de los despachos judiciales. Solo
en el municipio de Arauca hubo un
gran reconocimiento de dicho mecanismo y de la labor que desempeña,
ya sea porque los entrevistados fueron conciliadores en alguna oportunidad, porque en otros municipios
donde trabajaron
funcionaban
las
casas de justicia o porque recibieron
formación sobre dicha temática. Sin
embargo, en este municipio no hay
casas de justicia, jueces de paz, ni
conciliadores en equidad; por ello,
la conciliación se remite al centro
de conciliación, arbitraje y amigable
composición Arco
(organización
privada), al consultorio
jurídico y
centro de conciliación de la Universidad Cooperativa de Colombia y
al centro de conciliación de la Cámara de Comercio. Incluso, entre
esos mismos centros de conciliación 8 · Coordinación entre prácticas jurisdiccionales diversas: otra oportunidad para la paz existe una división de funciones y
temáticas. No obstante, uno de los
jueces señaló que «es una pérdida
que no haya conciliadores en equidad en el municipio, porque esto
contribuiría a los mecanismos alternativos de solución de conflictos»11. En Cúcuta, los operadores de justicia comunitaria no tienen ninguna
comunicación o
articulación
con
los funcionarios de la rama judicial.
A pesar de que con muchos tienen
una relación personal, saben quiénes
son y cuáles son sus funciones en el
ámbito laboral, cada uno se dedica
exclusivamente a su tarea. La única
relación existente es con las actas de
conciliación de las partes, dado que
son un requisito de procedimiento.
Todos
los entrevistados coinciden
en que los abogados son un obstáculo para construir consensos entre
las partes y, en general, en la vida cotidiana, pues en todos los casos evitan que las partes concilien. De este
modo, se alimenta una especie de
«subcultura litigiosa»12 que se caracteriza por la disposición a la confrontación por conflictos que, en su
mayoría, se podrían resolver a través
del diálogo y puntos de encuentro.
Esto socava
la
justicia formal con
innumerables procesos que desgastan a las partes en tiempo y papeleo.
Es tal la falta de coordinación en
Cúcuta que algunos jueces reiteraron que cuando están en audiencias 11 Entrevista a juez de Arauca, 22 de
octubre de 2018.
Entrevistas en Cúcuta, 2 y 3 de octubre de 2018. 12 de conciliación les piden a los abogados que se retiren de la sala o guarden silencio, pues los apoderados no
permiten conciliar y prefieren el litigio que les permite ejercer su trabajo
y devengar honorarios. Lo anterior crea el círculo vicioso
de
la producción y reproducción
cultural que no encuentra cómo
articularse con vías de resolución
pacífica de conflictos que aporten
al desarrollo y a la construcción de
paz y, en cambio, le queda fácil articularse con la cultura de la violencia
y, probablemente, con las prácticas
de justicia de los grupos armados.
El
índice de
litigios repercute en
el mantenimiento del conflicto armado, pues tanto la confrontación
como
la «cultura
litigiosa»
son
manifestación de
ideas,
comportamientos y prácticas conflictuales
que impiden la resolución pacífica
de los pleitos. Recomendaciones A
lo
largo de
la
investigación reconfirmamos que
la cultura cumple un rol fundamental, tanto en la
posibilidad de establecer Masc, así
como en el diálogo entre la justicia
formal y la justicia comunitaria para
construir Estado social de derecho,
ya que los Masc y su coordinación
con la justicia formal dependen de
la disposición de las personas a creer
en la conciliación como un camino
viable para resolver
los conflictos.
A continuación se enumeran seis recomendaciones para avanzar en esta
dirección: Cuadernos de ReD 5 · 9 1. 2. Es necesario profundizar la coordinación
y
capacitación
continua de
los operadores de
la
justicia estatal y de
la
justicia
comunitaria. Los sistemas locales de justicia pueden ser un camino acertado para garantizar el
acceso a la justicia de manera integral y complementaria. Dicha
coordinación debe basarse en el
reconocimiento mutuo entre los
diferentes operadores de
justicia del saber y la lógica jurídica
con que opera el otro y en el
respaldo que se pueden brindan
entre sí. Es fundamental que las universidades incluyan en las carreras de
Derecho un área de formación
en los Masc; esto permitiría reconocer que los Masc ofrecen
la oportunidad de construir una cultura de la conciliación en la que las personas pueden ponerse
de acuerdo sin tener que llegar
a la confrontación o a un largo
periodo de
litigio. «La conciliación tiene que ser vista como
una forma de ser de la sociedad
colombiana»13. 3. El trabajo coordinado con los
conciliadores puede contribuir
a que
la
justicia
formal haga
presencia en zonas alejadas y de
conflicto —donde no
cuenta
con la legitimidad, los recursos
o el conocimiento para operar—,
lo que contribuye a la descon- 13 Entrevista a juez de Arauca. 23 de
octubre 2018. gestión de los procesos judiciales y les brinda un servicio más
ágil a los usuarios. No obstante,
la descongestión de la rama judicial debe ser vista como una
consecuencia positiva de la implementación de estos mecanismos y no como la razón de su
promoción. Las casas de justicia deben fortalecerse y promoverse porque
contribuyen a
la coordinación
eficaz de los diferentes operadores de justicia, pues el compartir un espacio físico facilita el
diálogo y el intercambio de conocimiento a través de conversaciones formales e informales.
Allí se establecen mejores canales de comunicación y se generan
rutas de atención con todos los
operadores de justicia local. Se debe iniciar una labor pedagógica con el propósito de que
los ciudadanos en general y los
operadores de
justicia —en su
mayoría abogados— conozcan
la
importancia
y utilidad de
los mecanismos alternativos de
solución de conflictos; de este
modo, se puede fomentar la cultura de la conciliación. Es urgente crear una red de prácticas
comunitarias
de
justicia
para fortalecer
los procesos de
formación y fortalecimiento de
los operadores de justicia comunitaria. Ahora, tras la firma del
acuerdo de paz entre el Gobierno
y las Farc-EP, cuando el Estado
ha prometido llegar a las comu- 4. 5. 6. 10 · Coordinación entre prácticas jurisdiccionales diversas: otra oportunidad para la paz nidades, no se les puede fallar.
La oportunidad de reconstruir
la confianza entre los territorios
y el Estado, lo que en el acuerdo
se denomina «paz territorial»,
pasa por armonizar los mecanismos alternativos de resolución de
conflictos en los territorios con
la oferta de justicia formal que
hace el Estado de derecho para
garantizar el acceso a la justicia en todo el territorio nacional.
Fortalecer las prácticas comunitarias de justicia a través de una
red en zonas de confrontación es
la manera más económica y más
eficiente para avanzar con rapidez en la construcción de un Estado de derecho en el que todos
los ciudadanos tengan acceso a
un tercero que resuelva los conflictos de manera imparcial. Autores del Equipo ReD César Torres: Consultor internacional en temas de educación para
la paz, justicia restaurativa, justicia transicional y justicia comunitaria. Recientemente ha trabajado con el Banco Mundial, Sec-Dev
Group de Canadá, Just Governance de Canadá, la Fundación Heinrich Böll y One Earth Future Foundation, entre otras. Integrante de
Rodeemos el Diálogo y autor de varias publicaciones sobre acceso a
la justicia, justicia alternativa y los jueces de paz. Es coautor del Cua- dernos de ReD 2: Justicia ordinaria y justicia comunitaria en la transición de la guerra a la paz: ¿Es deseable y posible apoyar la construcción
de un Estado de derecho en Colombia a nivel local con base en el diálogo
entre distintas formas de administrar justicia? Andrei Gómez-Suárez: Cofundador de Rodeemos el Diálogo. Honorary Senior Research Associate del Instituto de las Américas de la Universidad Colegio de Londres. Ha sido investigador asociado
en justicia transicional en el Centro de Criminología de la Universidad de Oxford y en procesos de paz en el Centro de Justicia y
Seguridad de la Universidad de Sussex, y consultor para el Centro
Nacional de Memoria Histórica, Conciliation Resources, la Defensoría del Pueblo, la Misión de Observación Electoral, la Oficina del
Alto Comisionado para la Paz, la Organización Internacional para
las Migraciones y Viva la Ciudadanía. Es autor de los libros Geno- cidio, geopolítica y redes transnacionales: una con-textualización de la
destrucción de la Unión Patriótica en Colombia (Ediciones Uniandes,
2018) y El triunfo del No: la paradoja emocional detrás del plebiscito (Ícono Editorial, 2016). Cuadernos de ReD 5 · 11 Rodeemos el Diálogo (ReD) es una red transnacional de la sociedad
civil que apoya la paz integral e incluyente a través del fortalecimiento
de una cultura de diálogo. Oficina: Carrera 13 # 113-55, Bogotá, D. C.
Celular: (+57) 3002413577
Email: [email protected]
Twitter: @RodeemosDialogo Este cuaderno fue posible gracias al generoso apoyo del Programa
Estado de Derecho para Latinoamérica de la Fundación Konrad
Adenauer. Cuadernos de ReD es una publicación periódica que busca ofrecer recomendaciones de política pública para la construcción de paz. Para
conocer los anteriores números visite
http://www.rodeemoseldialogo.org/ Programa Estado de Derecho para Latinoamérica Rodeemos el Diálogo
se suma al esfuerzo nacional desde
la voluntad colectiva de confiar en Colombia